Caso // Copenhague

Por Paulina Medina


Copenhague (Ko-pen-á-gue)

Copenhague, capital de Dinamarca, una ciudad única en su tipo donde la población valora ciertas cualidades de la vida que son poco apreciadas en otras partes del mundo. El valor del silencio, de la oscuridad, de la relajación, de una caminata larga en medio del bosque o una rodada en bici por las majestuosas áreas verdes que la rodean. Una ciudad multifacética, donde caminando por la calle puedes encontrar gente de diferentes partes del mundo que por alguna razón halló en esta ciudad un nuevo hogar. Una ciudad que cambia conforme lo hace el clima, mientras que en invierno las calles están prácticamente desiertas, durante el verano adquiere una vitalidad impresionante. Una ciudad donde la luz es un elemento sumamente valioso, noches que duran alrededor de 17 horas en diciembre contra días que duran 17 horas en julio. Esta dualidad de luz-oscuridad se refleja indudablemente en los individuos que habitan esta maravillosa ciudad.


Arriba: Día de verano | Abajo: Noche de invierno

Los daneses se podrán considerar personas muy frías, sobre todo para las personas latinas que estamos acostumbrados a demostrar nuestro afecto mediante expresiones corporales muy marcadas. Sin embargo, los daneses también son personas que valoran mucho la intimidad y el calor de hogar. Durante las largas noches de invierno, están acostumbrados a estar en casa y a disfrutar del hygge. Un término acuñado por ellos mismos que se refiere a ese estado de intimidad que se logra cuando se está con la familia, amigos cercanos o simplemente con uno mismo. Uno de los elementos más interesantes para lograr ese estado es la preparación del espacio físico donde estarán. Un espacio que indudablemente tiene que ser acogedor, sillas cómodas, muchos cojines, algunas mantas para protegerte del frío, una luz muy cálida ya sea proveniente de una vela, una chimenea, o una lámpara y por supuesto la compañía de un buen libro, de un amigo, de tu familia y por supuesto de un chocolate caliente o de un Glögg (vino caliente). Sin duda, disfrutar del hygge se convierte en una parte fundamental de la vida danesa en esta época del año. Si uno tiene que salir, lo hace lo más rápido posible ya que el frío hace que sea poco agradable permanecer al exterior durante mucho de tiempo.

A pesar de todo, recorrer las calles durante una noche de invierno también tiene un tinte acogedor, casi mágico. La mayoría de los bares, cafés y restaurantes hacen lo posible por crear una atmósfera atractiva, llena de hygge para que las personas entren a su establecimiento y pasen un momento agradable. Si uno recorre Nyhavn en esta época, se va a maravillar con el ambiente que se genera por la presencia de múltiples puntos de luz cálidos que se acentúan con su reflexión en el agua. Lámparas decorativas, velas y calentadores que emanan un haz de luz de amarillo a naranja. No obstante, los niveles de iluminación no son elevados, todo lo contrario, mantiene un equilibrio perfecto entre luz y oscuridad, cosa contraria a lo que pasa en la famosa calle comercial Strøget. Esta zona abarrotada de tiendas de lujo y que se ha convertido en un punto de referencia turístico de la ciudad ofrece un panorama completamente diferente. En esta calle, la iluminación es más intensa y uniforme donde lo que llama más la atención son los escaparates de las distintas tiendas. Por supuesto que, en época navideña, la decoración navideña inunda la calle, creando un espacio muy placentero para visitar.


Arriba: Nyhavn | Abajo: calle comercial Strøget

Otro elemento interesante durante esta época de gran oscuridad es el Festival de la Luz de Copenhague (Copenhagen Light Festival). Evento que se realiza durante el mes de febrero y que llena la ciudad de instalaciones lumínicas. Cada instalación se encuentra ubicada en distintos puntos de la ciudad y se convierte es una actividad al aire libre que se puede visitar a pie, en bici, solo o acompañado. Sin duda, un festival que no sólo busca impulsar a diferentes artistas, sino que también busca invitar a la población a salir de sus casas y a recorrer la ciudad. Definitivamente, Copenhague es una ciudad que entiende perfectamente el valor de tener gente en la calle, que le den vida a la ciudad.

Copenhagen Light Festival El resto de la ciudad va en sintonía con el estilo de vida de la comunidad danesa, siendo una ciudad muy tranquila y segura, los niveles de iluminación en la mayoría de las calles son bajos. El sistema de catenarias para la iluminación vial es sin duda un elemento muy característico de Copenhague que le permite tener una visual más limpia de las calles. Por supuesto que los peatones y ciclistas no están desprotegidos, vialidades meramente peatonales o ciclistas también cuentan con su propio sistema de iluminación, en muchas ocasiones con una libertad creativa más evidente, mucho más cercana a las personas con el fin de hacer estos trayectos mucho más cómodos y agradables para los usuarios.


Arriba: Sistema de catenarias para alumbrado público | Abajo: Ciclovía con iluminación en baranda

Por supuesto que no estaríamos hablando de Copenhague si no mencionáramos qué pasa la otra mitad del año, cuando la situación luz cambia 180° y en lugar de tener noches tan largas y frías, se tienen días muy largos y no tan fríos. Indudablemente, un elemento importante a tener en esta ciudad durante el verano son unas buenas cortinas o black-outs y en algunos casos incluso unos antifaces para dormir. No es agradable, si tu habitación da al oriente, que el sol del amanecer te despierte alrededor de las 4 am. Algunos días del año, el cielo pudiera no alcanzar su máxima oscuridad, lo cual brinda un espectáculo muy particular. Con este cambio de clima, cuando la temperatura es mucho más agradable y la luz mucho mayor, la gente también sufre una transformación inmediata. Es curioso ver cómo los daneses ante el primer día soleado del año salen inmediatamente a las calles, inundan playas y parques para darse un merecido baño de sol. La gente deja de trabajar más temprano y le cuesta más concentrarse sabiendo que existen las condiciones ideales para estar al exterior. No es de extrañar este comportamiento cuando el día siguiente y el que le sigue y el resto de la semana vuelve a estar nublado. El aprovechamiento de los días soleados es algo esencial si se vive en esta ciudad, pues uno nunca sabe cuánto durará este esporádico elixir de la vida.


Arriba: Celebración del Midsummer, 21:00 hrs, 2019 | Abajo: Noche de verano 3:00 hrs, 2019

Los días completamente soleados en Copenhague son tan escasos que no es de extrañar ver las calles, plazas, jardines y playas completamente abarrotados cuando esto sucede. Sin duda, quien piensa que los daneses son fríos, podrán cambiar un poco de opinión si visitan la ciudad en esta época, pues en compañía de una cerveza llegan a ser bastante amigables. No es raro beber en la calle (porque está permitido) y regresar a casa a las 3 o 4 de la mañana junto con los primeros rayos de luz que comienzan a iluminar el cielo.

Copenhague, una ciudad ambivalente, multifacética, maravillosamente diversa, es un caso extremo de cómo la luz rige el comportamiento de una sociedad. Un verano increíblemente rico versus un invierno terriblemente crudo. Una ciudad donde se disfrutan los interiores y el hygge durante el invierno y donde se aprovechan los espacios públicos al máximo durante el verano. Indudablemente quedan muchas cosas por decir de esta ciudad y su luz, pero por el momento aquí queda mi reseña.


Años de análisis: 2017-2019

Fotografías: Paulina Medina, Alex Carrillo

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